Este mapa muestra la huella reciente de la emigración cubana. Abajo abrimos espacio para ponerle voz a los números: ¿cómo se cuenta y se vive Cuba desde donde estás?

Queremos escuchar la Cuba que se cuenta donde vives junto a tu experiencia de emigrar y tu mirada sobre el gobierno cubano. Este espacio acoge a la diáspora, a quienes están en la isla y a otras personas que deseen sumar su voz.

Anímate a leer, conectar y compartir. Tu voz importa en esta conversación.

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5 comentarios

Alejandro · 15/09/2025 a las 9:02 AM

Salí de Cuba con 17, llevo 8 años en Berlín. Mis amigos ven a Cuba como un filtro retro, el sol, el ron, los autos antiguos. Los más militantes la nombran como “un experimento” y me preguntan si la policía allá te deja manifestarte como aquí. Les digo que no es comparable, que en Cuba salir a protestar tiene otro costo, incluso cuando tu reclamo es básico. También hay desconocimiento curioso, más de una vez me han preguntado si Cuba está en Sudamérica o si hablamos “casi ruso”. Me toca matizar, ni paraíso ni infierno. Y confieso que me fui tan joven que a veces me siento turista en mi propio país. Miro Cuba con mapas ajenos.

Elena · 15/09/2025 a las 9:11 AM

Soy abogada, vivo en Galicia desde 2021 y trabajo como secretaria en un despacho.
En Galicia me sorprende lo “prosaico” que es el Estado, portales de transparencia, plazos, recursos, sindicatos que paran y luego vuelven a negociar. A veces los gallegos me preguntan por Cuba con ternura (música, familia, vacaciones baratas) y otras con un romanticismo político que no siempre encaja con mi recuerdo de colas, apagones y miedos. Aquí la precariedad existe (mileuristas, alquileres que asfixian), pero hay una sensación de derechos exigibles, que si algo falla, reclamas y pasa algo. En Cuba, mi experiencia era más de favores y silencios. Muchos confunden sanciones con todo lo demás, cuesta explicar que el bloqueo pesa y, a la vez, que hay decisiones internas que nos duelen. No sé si exagero, pero vivir donde la queja se tramita cambia la cabeza, uno aprende a pedir, no a rogar.

Ernesto · 15/09/2025 a las 9:14 AM

Tengo 67 años y me fui hace 25. Vivo en Michigan. Para mí no hay dos relatos. Es un régimen que no admite disenso. Punto. En mi comunidad nos reunimos a menudo gente que también se fue y la conclusión se repite: allá no se puede pensar en voz alta sin consecuencias. Aquí, en el supermercado, en la iglesia o en la cola del DMV, cuando sale “Cuba”, algunos americanos dicen “playa y autos clásicos”, otros mencionan médicos solidarios. Yo devuelvo la pregunta: ¿qué vale más, un ícono turístico o la libertad de abrir la boca sin miedo? No me pidan matices que relativicen lo esencial. ¿Embargo? Sí, existe, y es tema; pero usarlo como cortina para justificar vigilancia, presos políticos, controles sobre la vida diaria… no. Cuando hubo protestas, se respondió como siempre, con miedo y castigo. Mis amigos aquí, de todos los partidos, a veces no entienden por qué alguien se lanza al mar. Y yo les digo: porque allá se vive con puertas cerradas y frases a medias. Aquí mando cartas al editor, firmo con nombre y duermo tranquilo. En Cuba aprendí a susurrar, en Estados Unidos aprendí a hablar. Y no pienso callarme.

Claudia · 15/09/2025 a las 9:22 AM

Soy médica formada en Cuba, ejerzo en Brasil desde hace 6 años, entre la capital y el interior. En Brasil, Cuba suele ser “los médicos”. En localidades donde he trabajado, la gente recuerda con gratitud a profesionales que llegaron a aquí cuando nadie quería venir. En ciudades grandes escucho “isso é político” y sospechas sobre cualquier cooperación. El SUS es generoso, pero desigual, campañas admirables y filas interminables, ttecnología de punta en un hospital y falta de lo básico en otro. En Cuba, la atención primaria era cercana, tu médico de familia te conocía por el nombre, pero sin insumos ni autonomía para disentir. Aquí tengo más recursos diagnósticos y, a la vez, barrios donde la violencia manda y condiciona cualquier política de salud. Me preguntan por qué emigran tantos doctores si “la salud es de graça” allá. Respondo con lo que viví: la vocación sin herramientas se desgasta, los salarios que no alcanzan, la imposibilidad de debatir lineamientos, y la sensación de que tu vida profesional no te pertenece. Entre Brasil y Cuba aprendí que los indicadores no lo cuentan todo, pues la dignidad del paciente y del médico también es un dato.

Fernanda · 15/09/2025 a las 9:24 AM

Soy periodista cubana en Londres, trabajo en una redacción británica desde hace 4 años.
Aquí Cuba suele caber en dos titulares: “viaje con encanto vintage” o “represión y éxodo”. Lo intermedio cuesta: remesas que sostienen, burocracias que asfixian, iglesias que acogen, amistades rotas por política. En la redacción piden titulares alrededor de las sanciones, los derechos humanos, los artistas. Yo insisto en ir más allá y en lo que tienen por decir las diversas fuentes locales. Me impresiona la cultura de acceso a la información: FOI, debates parlamentarios, reguladores que contestan; en Cuba, pedir un dato roza lo literario. Entre colegas hay quien culpa todo al embargo y quien ve propaganda en cualquier logro; ambos miran de lejos. Cuando amigos británicos preguntan “¿cómo está la gente?”, contesto con escenas: libreta, apagón, humor que resiste, internet que abre ventana y cuchillo, abuelos cuidando nietos mientras los padres intentan irse. También digo que la diáspora es un hilo vivo: envía dinero, ideas y discusiones. Si algo aprendí aquí es que el periodismo no quita los colores, pero sí enfoca: ojalá podamos ajustar el lente sin perder ni la verdad ni el matiz.

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